Omega
Oh dolor, que haremos ahora. Tras varios intentos fallidos de que alguien nos abriera la puerta optamos por ir a buscarla a la escuela, puesto que según nos había contado ella la noche anterior. A las 9 de la mañana tenía que estar en algún lugar de nuestra alma mater.
Camino a la escuela visité a Poncho, con la esperanza de que me prestara algo que ponerme encima. Me abrió su primo. Estaba envuelto en un cobertor San Marcos. Amablemente me prestó una sudadera gris con un conejito. Se veía algo gracioso pero servía para cubrirme del frío. En algún punto del viaje perdí mi cartera. Ahora yo también estaba en crisis nerviosa. Deambulamos por toda la escuela por más de una hora buscando a Bere y quizás mi cartera. Ninguno de los dos sabíamos si reír o llorar. Nos dejamos caer en una banca y en ese momento sonó el celular de Julieta. Era Bere, por fin había despertado y leído el recadito. Corrimos a casa de Bere. Julieta casi la ahorca cuando abrió la puerta. Vieja dormilona, yo la patearía pero no es mi estilo golpear mujeres.
Ella se llevó el osito de peluche que estaba bajo el asiento de mi auto. Para una persona especial. Eso me había prometido a mi mismo en febrero pasado. Ella es especial, lo encontró y le gustó. Que diablosFinalmente nos despedimos y cada quien tomó su rumbo.
Nunca la volví a ver.-Pablo